[Post de LINKEDIN]
De cliente a amigo: cómo un presupuesto acabó en cervezas y risas
Todo empezó como cualquier otro proyecto.
El director de marketing de una bodega me contactó, todo seriote y formal:
«Quiero una web profesional, que convierta y que pueda crecer cada día.»
Bien, un reto más.
Hasta ahí, todo normal.
Pero lo que no sabía es que esta persona no solo iba a ser un buen cliente, sino que acabaríamos arreglando el mundo entre birras (sin hablar de futbol, que ni a él ni a mi nos hace mucha ilusión)
El proyecto avanzaba y cada reunión dejaba entrever algo:
✔ Era un cliente que entendía el valor del diseño.
✔ No venía con «hazlo rápido y barato», sino con «quiero que funcione».
✔ Cada email sobre la web acababa con un “oye, por cierto…” y charla random sobre la vida.
Terminé la web.
El cliente estaba contento. Y en lugar de un simple “gracias, nos vemos”, soltó un “¿hablamos otro día?”.
Me contrató para mantener esta y trabajarla (de esto hace ya 7 años)
Así que lo que empezó como un presupuesto, acabó con cervezas, risas y una amistad inesperada.
Quizá no llegue a ser amigo, amigo, de los de «tengo un problema sentimental, necesito tu consejo» pero si es una persona con la que tengo una cercanía que trasciende de lo meramente profesional.
Me he dado cuenta de que:
– Los mejores clientes no son solo números en una factura, son relaciones que suman.
– Si hay confianza, los proyectos fluyen (y suelen salir mejor).
– Un cliente satisfecho te recomienda más que cualquier campaña de ads.
Hoy seguimos en contacto, la bodega ha crecido y yo tengo claro que, más allá de clientes, me gusta trabajar con personas que suman.
¿Alguna vez un cliente terminó convirtiéndose en colega? Cuéntamelo en los comentarios y montamos un club.